De entre una voz metálica y distorsionada que iba y venía creímos distinguir ’empatía’, ‘no violencia’ y una serie de números que supusimos, eran coordenadas. Luego el misterioso emisor repitió el mismo mensaje en latín, en chino y alemán, eso nos desconcertó. ¿Por qué aquellos idiomas y no otros? Hubo quién aseguraba que se trataba simplemente de una broma. Sabíamos que muy probablemente no éramos los únicos que estábamos escuchando, que aquel mensaje podía estar recibiéndose al mismo tiempo por todo el planeta. En aquella noche de agosto una corriente en forma de ondas de radio llegaba a la tierra, y aún desconocíamos con qué intención.

Desde el Jeep veía como aquel objeto descendía lentamente sin dejar trayectoria hacia el lugar donde según creíamos, aterrizaría. En ese momento no sé porqué pensé en alguien en la otra parte del planeta, quizá en la India o África, completamente ajeno a lo que estábamos viendo, y si realmente era transcendental saber si hay más formas vida en el universo. Al llegar todos guardábamos silencio y caminábamos absortos hacia el lugar marcado. Casi sin darme cuenta me topé con un cordón militar que me impedía seguir caminando. Los soldados lo protegían miraban más a sus espaldas que hacia nosotros. El objeto finalmente tomaba tierra. Cuando las puertas se abrieron todos mirábamos hacia allí. Y desde aquella extraña máquina empezó a emitirse un nuevo mensaje. Pudimos distinguir ‘Somos prisioneros, condenados’, enviados a vuestro planeta para morir, pero no queremos morir, ¡No queremos morir!” En ese momento los oficiales, que aún estaban absortos, ordenaron dirigir todas las armas contra la nave, desde la que comenzaban a descender unos seres. Estaban atados y se movían con dificultad. Los soldados empezaron a murmurar entre ellos, y los oficiales insistieron en estar atentos. Por unos segundos sólo se oía la brisa del viento. De repente uno de los seres echó a correr como pudo, mientras gritaba algo inteligible, y al instante corrieron los demás en todas direcciones, hubo algunos que volvieron a entrar en la nave, estalló el pánico. Uno de los oficiales recibió la orden de disparar y antes de que levantara el brazo uno de los tanques disparó, haciendo saltar por los aires los cuerpos de varios de aquellos seres. Luego le siguieron más disparos, y los soldados avanzaron hasta entrar en la nave. Segundos después todos estaban muertos, lo supimos por el gesto de uno de los soldados desde la compuerta del objeto. El oficial levantó el pulgar y dio la orden de recoger aquello y volver al campamento.

Hace una semana que recibimos aquel mensaje y seguimos sin saber absolutamente nada. Volvimos al trabajo aburrido, sin novedades, a lo mismo de siempre. Parece que en un mes todos se habrán olvidado. Pero no puedo parar de darle vueltas, para mí aquello no fue una simple señal sin ningún sentido venida del espacio. Me hubiera gustado saber si estamos solos o no. Así que me decidí inventarme esta historia cuarenta años antes de ser publicada.

Escrito en 1977 por José Luis García bajo la identidad de ‘Jerry R. Ehman’

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